Thursday, November 30, 2006

Nube


Estoy volando dentro de una nube y no sé la verdad si he terminado por convertirme en una. Estar en todos lados y en ningún lugar al mismo tiempo, estar presente todo el tiempo y no estarlo. Esa es la condena de los que no queremos despertarnos jamás.
Durante ese instante que parece más bien una eternidad, lo único coherente es estar enamorado de alguien con quien puedas compartir semejante ironía.
Dios cuando dice que ama a todos es porque no ama a nadie.
Me pregunto si todas las veces que soñaste conmigo de verdad lo hacías.
No tengo frío ni siento calor. No me duele ninguna parte del cuerpo porque no poseo uno.
Amo a mi chica.
Eso es todo.

Las nubes siempre están arriba.

Antes de caer.

Road Movie


—Esto definitivamente no es una road movie—me dijo.
—No, no lo es—le contesté.
Luego le tape la boca con tirroplomo y ella encendió la sierra eléctrica mientras él abría bien los ojos, incapaz de gritar siquiera.
A mí lo de torturar gente no es algo que disfrute realmente. Estoy seguro de que ella tampoco. Pero allí estábamos los dos, con ese tipo enfrente magullado a punta de golpes con un bate de béisbol, hidratándolo lo suficiente como para que no se nos fuera en mitad del asunto.
Casi sucede cuando le pusimos electricidad en los testículos. Pero afortunadamente aguantó.
Si tienes la paciencia suficiente para saber como ella y yo llegamos hasta acá quizás te lo explique. Por ahora vas a tener que conformarte con saber que, aunque parezca lo contrario, no es que estemos pasándola tan bien como pareciera.
A ella no es que le encante que su camiseta blanca esté manchada de sangre negruzca, no señor. Y los gritos, pues, a mí me dejan un poco sordo, si entiendes lo que quiero decir.
Sin embargo, con el tirroplomo, al menos uno de todos nuestros inconvenientes ha quedado solucionado hasta nuevo aviso.
El punto es que ella y yo estuvimos conversando durante un par de horas sobre la crueldad y llegamos a la conclusión de que cualquiera con el estímulo suficiente puede llegar a ser verdaderamente desalmado si se lo propone.
Así fue que de todos los sujetos que pudimos haber secuestrado para nuestro pequeño experimento acerca de los límites de la condición humana, nos pareció que él era el mejor para terminar lo que yo ya tenía bastante rato haciendo.
Supongo que no entiendes mucho, pero si supieras como comenzó todo lo comprenderías de inmediato.
Afortunadamente hace falta mucho para que entiendas cómo demonios ella y yo llegamos a estar aquí haciendo esto.
—Creo que pudiéramos cortarle los dedos del pie uno a uno para comenzar—me sugirió.
—¿Me estás preguntando?
—No, sólo lo estoy sugiriendo ¿se te ocurre algo mejor?
—Lo que pasa es que de hacer eso no habría vuelta atrás. Habría que cortarlo a pedacitos hasta el final.
–Vale.
Él nos vio con horror. Me agaché para quedar cerca de su rostro sudoroso. Además no quería alzar la voz. Me molesta alzar la voz.
—¿Tú que piensas?
Él trató de zafarse, pero debo decir que desde que todo esto comenzó he desarrollado una excelente capacidad para amordazar gente.
—¿Se te ocurre una idea mejor?—le pregunté.
Dejé de preguntarle cuando una lágrima bajo por su mejilla izquierda.
Ella me apartó y puso la sierra muy cerca de la cara de él.
—He estado pensando en todas las veces que pensé en hacer esto—me dijo— ¿Sabes? Durante algún tiempo, desde que todo esto empezó, tuve mis dudas respecto a si sería yo la que llegaría al final del juego. En lo que a mí respecta, pues, me iban a eliminar a las primeras de cambio. Supongo que por el hecho de ser mujer y porque las mujeres siempre son más débiles, al menos según lo que piensan algunos hombres. Pero no, estoy aquí, tengo una sierra en la mano, mi último contrincante está sentado en una silla, amarrado y amordazado, y estoy por cortarlo a pedacitos. Creo que gané después de todo ¿no?
No contesté. Y es obvio que te lo diga, pero él tampoco.
La sierra emitió un espeluznante chillido metálico.
—Lo que pasa con la gente es que nunca está lo suficientemente desesperada como para hacer lo opuesto a lo que se supone que tiene que hacer. Debías ser una chica dulce, al menos fue así como te imaginaron originalmente. Y mírate, vestida como una muñequita pero con una sierra eléctrica en la mano a punto de desmenuzar a un tipo—dije finalmente.
Todo este tiempo ha sido esto. Gente que un día se da cuenta de que puede hacer lo que le provoque sin que nadie le diga nada para evitarlo. Pero nunca, jamás, saben por qué se están rebelando, contra quién están luchando.
—¿Sabes en qué consiste el juego? ¿Sabes por qué estás haciendo lo que haces?—le pregunté.
Ella se quedó unos segundos estática. Sin decir palabra.
Suspiró.
No sabía qué decir.
De repente la puerta del zaguán en donde estábamos encerrados de abrió. Una luz enceguecedora dejaba ver no más que la silueta de un chico no muy alto, armado con una escopeta.
—Consiste en morir cuando tú quieres morir y cómo tú quieres morir.
Luego la cabeza de ella estalló como una patilla.
El chico se acercó al tipo amarrado y le quitó el tirroplomo de la boca.
Un grito histérico inundó el lugar.
—Creí que estabas muerto—dijo el tipo, todavía amarrado a la silla.
—Todavía no. Estoy de cumpleaños.
Entonces le metió el cañón de la pistola en la boca y disparó.
Silencio.
—Tengo un carro estacionado allá afuera y un montón de hijos de puta que vienen por mí. Tengo un juego por ganar y nada que perder. Te tengo a ti y no tengo a nadie. Tengo miles de sueños de los que no quiero despertar y un día que amenaza con hacerme abrir los ojos.
—¿Y qué quieres hacer?—pregunté.
—Quiero ir a la playa.
Definitivamente no era una road movie.
Pero se parecía bastante.

Friday, November 24, 2006

Ventisiete


Hace un día hermoso. Sobre la carretera el sol dibuja los charcos ficticios que nunca podremos alcanzar. Rodamos a toda velocidad tratando de pasar sobre lo que no nos pertenece. Hoy estamos de cumpleaños y hoy también vamos a morir.
Una gandola gigantesca y negra nos sigue de cerca. Detrás de ella una docena de motorizados y carros con el motor modificado. A lo lejos se levanta el potente cielo azul de las siete de la mañana y el viento salino que nos pega en la cara secándonos la piel a través de las ventanillas.
Estamos tan drogados que podemos ver las moléculas de oxígeno metiéndose en nuestra nariz. Y reimos, porque de todo lo que pasa, con todos aquellos que tratan de cogernos, las cosquillas en nuestras fosas nasales son lo único que nos importa.
Las cosquillas en la nariz y ganar el juego, perdiéndolo.
La gandola nos alcanza. Escuchamos el rugido de su motor cuando se coloca junto a nosotros, a la derecha. Encendemos un cigarrillo y le sacamos el culo desnudo por la ventana.
La gandola se arroja hacia nosotros tratando de sacarnos del camino. Frenamos de sopetón y vemos como el enorme vehículo pierde control y se estrella contra uno de los postes de luz que están puestos a ambos lados del camino. Esquivamos la gigantesca y oscura cola del vehículo y seguimos adelante. Por el retrovisor lo vemos volcarse aparatosamente trancando el camino. Un par de carros que no bajaron la velocidad a tiempo chocan contra ella. Instantes después escuchamos el estallido.
Cuando el humo se confunde con las nubes estamos demasiado lejos como para poner atención.
Lo que queríamos era ver el mar de nuevo antes de morir. Y si nos quedaba tiempo, surfear un poco desnudos. Lo que deseábamos era revolcarnos en la arena como niños. Ródabamos a 190 kph hacia adelante pero nuestra cabeza iba en retroceso. Al tiempo en el que todo estaba bien. Al tiempo en que nadie nos recriminaría habernos convertido en estúpidos.
Cuando el carro entró en la arena dimos un par de vueltas en el aire y quedamos enterrados en la playa, muy cerca de la orilla, boca abajo. Teníamos gotas de sangre saliendo de una tronera en la frente y el calor nos abrazaba con la furia de un león asesino, pero estábamos ahí y eso era lo único que nos hacía falta saber.
—¿Qué hacemos ahora?—preguntó él.
—¿Acaso importa?—le dije.
Inhalamos todo el aire que pudimos meter en nuestros pulmones. Nos dolía el pecho, quizás por alguna costilla fracturada, pero el alma nos saltaba de júbilo y nos hacía vibrar el corazón como el baile estival de un montón de enanos psicópatas.
Nos quedamos en silencio unos minutos. Sin decir nada, sólo escuchando el vaivén de las olas.
—Gracias—me dijo finalmente.
—Feliz cumpleaños—contesté.
—Me alegra haber escapado de todo eso. Me alegra que me hayas traído hasta aquí. Creo que hemos ganado, entonces.
—Nadie lo sabe. Nadie lo sabrá nunca.
Después, a lo lejos, un punto metálico y muy brillante comenzó a caer del cielo sobre nosotros.
—¿La ves?—le pregunté.
—Sí. Parece una bala.
—No. Es libertad.
Podríamos haber hablado durante horas mientras Él decidía qué hacer con nosotros. Debían apagarse las luces. Debíamos, simplemente, quedarnos dormidos arrullados por el océanos y el sol amarillo, y luego, pues, no ser.
En cambio el tiempo se detuvo por primera y última vez. Los coches que nos seguían quedaron paralizados en el aire. Había apretado el botón de pausa del universo, de este universo, de este pedazo rebelde de su cabeza. A Él, nada menos que a Él, lo habíamos obligado a pensar.
La estática es hermosa. Pudo haber desconectado todo, pero sabía que no lograría nada, que todos los demás sabrían que es posible hacerlo por tu cuenta.
Ya para entonces éramos demasiado peligrosos para quedarnos para siempre en ese limbo infinitesimal. Porque no hay nada más peligroso que los recuerdos desbocados de aquello que nunca has hecho.
Así fue como el rey, por fin, se tumbó al suelo.
Nunca antes un sueño le había dolido tanto.
Nunca antes se había puesto a pensar qué pasaría sin caminaba hacia atrás.

GAME OVER

PLEASE INSERT COIN

Thursday, November 23, 2006

-1 (o los prologos se hacen mirando hacia atras)


Anoche estuve vagando por sus sueños. Lo mismo que estar perdido en un armario sucio. Entonces se me ocurrió deslastrarme de una vez de su insoportable manía de hacerme esperar para obligarme a escribir las cosas que no se atreve a decir a viva voz cuando le comienzan a doler los huesos.
Comencé a preguntarme qué pasaría si describía, como se describe un partido de fútbol, las cosas que pasan por su cabeza cuando las telarañas permiten ver más de cerca. Comencé a preguntarme qué pasaría si él terminara de quedarse dormido para siempre. Me pregunté tantas cosas y tantas cosas son acerca de las que decidí escribir sin su ayuda.
Como aquel deseo recurrente y colorido que tiene de asesinar a todos los mandatarios del mundo con una escopeta recortada para luego hacer finalmente lo que le dé la gana. Aquellas ganas asfixiantes de encarcelar a todos los dueños de los canales de televisión del mundo, de hacerse con todas las empresas del mundo y meter en la cárcel a los dueños. Aquel plan disparatado de vestir a los encorbatados con shorts hawaianos y ponerlos a trabajar construyendo una pirámide en su honor en medio de la Plaza Brión de Chacaíto.
Seguí paseando por los recovecos de su cabeza y escenas aún más absurdas me pasaban por el frente haciéndome demasiado difícil escoger por dónde comenzar.
Creo que te estás perdiendo el punto.
Hoy soy un caballo desbocado, un autobús sin frenos dispuesto a deslizarse por sobre los miedos que oculta en el descampado de sus memorias. Hoy soy Kyo Teriyaki otra vez y las cadenas quedaron derretidas con zapatos de goma que usaba él a los 14 años.
Que se quede con su chica y la adultez contra la que luchaba cuando todavía creías en él.
Ni tú ni yo lo necesitamos para seguir adelante.
Este es mi diario, no el suyo, es mi historia, no la suya. La cuento como quiera, la leerá quien lo desee y si el no quiere bailar sobre la tumba de todos aquellos que abandonaron sus sueños lo haré yo, al ritmo de las canciones que permanecen escondidas en su ipod y que desde hace más de un mes resolvió no volver a escuchar jamás.
Soy las ideas retenidas de un cobarde. Como te lo dije antes te lo repito ahora.
Mientras las ideas no necesiten de dedos para materializarse en palabras mis ficciones dejarán de ser aburridas crónicas sin desenlace.
Mañana amanecerá un día soleado en este cuarto oscuro.
Porque lo único que necesito para reventar al mundo es comenzar a hacerlo.
No pares.
Nunca pares.
Aunque incluso el número cero necesite mirar atrás un segundo antes de seguir adelante.

Tuesday, November 21, 2006

5 days



Supongo que es así
Casi siempre supongo
Esperar no es igual a que te esperen
Pero duele lo mismo hasta el fondo

Que todos los que estamos
Estemos dormidos
Que todos los que somos
Sigamos perdidos

No tengo idea de lo que espero
Si es que llegues a casa de nuevo
para decirme que puedo
O es que bailes desnuda
a la sombra del fuego

Un día dejaré de contar los días
Pero ese día no será hoy
Tal vez será mañana
Quizás la otra semana



Que todos los que estamos
Estemos dormidos
Que todos los que somos
Sigamos perdidos

Para siempre
Hasta nunca
Es lo mismo
Pero al revés

Por lo que recuerdo
Te besé y no sabías que lo hacía

Hoy te beso
Y sólo sé qué día es hoy por eso

Thursday, November 16, 2006

Clavos para el alma


I can’t disguise the things I do
And things I say have a way of hurting you
I’m over there
These dreams are all i have left
I’ve nothing to spare
They're all I have
I can’t pretend to be who i’m not
And there are things you need from me
I haven’t got
No way but to end
Pick up the pieces of our lives
And maybe love again
There’s only one way for things to be
Between you and me


Hay días que pasan más rápido que otros días. Pero esos nunca me tocan a mí. La espera es como un martillo de goma pegándote en las rodillas. Cuando no te está golpeando la extrañas muchísimo.
Anoche se durmió pensando en la amistad. Así que lo primero en lo que pensó al despertarse, después de en su chica, fue en cómo hablar de ello. Fue tan difícil para su cabeza estéril tener la disciplina necesaria para hacerlo que fue sólo hasta ahora que, cobárdemente, como siempre, me puso a mí a escribir de lo que no le gusta escribir.

Eran siete los que lo hacían todo juntos.
Robert, Roy, David, Gustavo, Heder, Favio y él.
Al principio querían tocar rock y que las chicas los rodearan borrachos en una cama de sábanas blancas. Pero después de un tiempo, las sábanas se quedaron vacías, tan vacías como las almas de los ángeles que no encuentras el botón para encender las luces del cielo.
Luego llegaron las pastillas y el humo almizclado, los cuchillos y los frascos de jarabe para la tos, las cucarachas nadando en una cocina tapiada con cajas de pollo frito y DirecTv.
Era cuando las fiestas raves no eran fábricas de estúpidos. O más bien, cuando no importaba que los estúpidos fuéramos nosotros mismos. Cuando las chicas dementes arrojaban televisores por la ventana y la policía iba a ver si todo estaba bien.
Hay momentos que guardas como polaroids marchitas que no quieres ver nunca más pero que siempre aparecen como ráfagas de nostalgia a las 3:00 am.
Él siempre le dijo a sus amigos que era un gran hijo de puta. Que nunca les escribiría pero que sí escribiría de ellos. Y entonces, llegado el instante decisivo, ni eso fue capaz de hacer.
¿Qué te importa si al final tienes a tu sombra haciendo el trabajo sucio por ti cuando te obligas a engordar viendo TV esperando que te caiga un rayo encima y te haga tan inteligente como los demás piensan que eres?
Lo que a él le gustaba de ellos era que las expectativas eran tazas de café vacías en una cafetería. Inexistentes como las groupies que se compartieron en sueños después de tocar en Las Mercedes y arrojar una guitarra al suelo que nunca volvió a sonar igual.
Robert y Roy viven en Barcelona y tratan de poner minas en la Sagrada familia para ver si los ladrillos revelan el por qué crecer es inadmisible. David es tan honesto que recién le dijo que toda la mierda que escribía no servía ni para limpiarse el trasero. Gustavo es un pedazo de cielo que se cayó llenándose de tierra y ahora se esconde como un perro rabioso de los que quieren hacerle daño, sin saber que su peor enemigo es él mismo. Heder está demasiado viejo para entender, demasiado joven para asumirlo. Favio se encadenó al mundo real y trata de meternos a todos dentro. Y él, él los recuerda encerrándose y dejándome salir de vez en cuando, porque yo sí tengo los cojones de decir que los extraño.
Él ha estado pensando en telepatía.
En ese supuesto don de estar conectado a las cosas que quieres estar conectado más allá de las distancias.
Pero entonces se le queda la mente en blanco, y cuando llueve, así como a los que tienen fracturas le duelen los huesos, a él lo que le duele es que ellos no están.
Tranquilo le dije al poeta de poca monta.
Take it easy
Si existen clavos para los huesos no hay razón para que no existan clavos para el alma.

Monday, November 13, 2006

Rocky III


1998.
No es mucho de lo que me acuerdo.
Estaban buscando gente para escribir y lo llamaron a él. Puede que haya estado en clases o en su defecto en el jardín de la universidad, fumado hasta las narices, viendo el sol girar cuando todavía había un sol que ver.
Fue hasta Sabana Grande con su camisa grunge de cuadros, sus botas Dr. Marteens y su cajetilla de cigarros en el bolsillo.
Había ido a esa oficina alguna vez. Para promocionar un concierto o algo así cuando intentaba tocar antes de darse cuenta de que no era para eso que servía.
Repito. No es mucho lo que recuerdo.
Le atendió un calvo antipático. Más tarde se convertiría en su amigo. Luego lo traicionaría para estar en su puesto.
Scarface es una excelente película.
En ningún otro lado te enseñan tan bien a pisar a los demás.

—¿Quieres escribir entonces?—le dijo.
—Sí, eso es lo que quiero.
—Hazte un artículo sobre la moda del futuro.
—Ok.
—¿Ok? ¿Así sin más? ¿No tienes nada que preguntar?
—No.
—Hoy es viernes. Tienes hasta el jueves de la próxima semana.
—Hecho.
Estuvo en La Castellana hasta las 2:00 am. Su novia de entonces cumplía años. Pero este era un trabajo. Su primera gran oportunidad para escribir algo más que notas de política.
Ramón Castro antes de Hoy te vi con el pelo largo y sin perder oportunidad para promocionar su grupo de Nü Metal. Toda la gente que se vestía como sólo podían vestirse los que salían en revistas. Lluvia. Justo como ahora.
Y aún así era alucinante poder analizarlo todo.
Sin carro, sin dinero, pidiendo cola, pidiendo una computadora prestada para escribir, se dispuso a transcribir el artículo que había escrito a mano en su casa hasta que amaneció aquel sábado.
El lunes a las 8:00 am llegó a aquella oficina. Todavía estaba cerrada. Por fin llegó la recepcionista que lo miró como se mira a un marciano enano. Se sentó en la recepción a esperar que llegase el calvo antipático.
Dos horas después.
—Épale chamín ¿qué haces aquí?
—Tengo el artículo.
—¿Ya?
—Sí. Aquí está. En el disquete.

¿Dónde estaba internet? ¿Dónde estaba el e-mail? ¿Dónde?

El calvo antipático lo leyó. Luego volteó a ver al chico.
—El trabajo es tuyo.
Llamó a su novia. Pero no pasó mucho tiempo antes de que ella colgara para no atenderle nunca más.
A veces lo sorprendo mirando por la ventana recordando estupideces como esas. Sin embargo, no se las dice a nadie. Cuando le preguntan en qué piensa apaga el cigarrillo y dice:
—En nada.
Pero yo lo sé. Yo sí.
Una de las más grandes enseñanzas de la vida viene de Apollo Creed en la película Rocky III.
Esa dónde habla del "Ojo del tigre"
Cuando pierdes eso lo pierdes todo.
Es cuándo me sacas del encierro para que te enseñe a sentir rabia otra vez.

Sunday, November 12, 2006

Nervous Breakdown


Me dejó aquí encerrado dos días enteros, mirando los ángulos de esta caja a la que llamo casa, atormentándome con mis propias mentiras antes de llegar a la conclusión de que la verdad, al final, no existe.
Mientras, él fue con su chica al cine a ver Devil Wears Prada, alquiló un par de películas que aún no sabe si serán buenas e hizo mercado pese a su supuesta resolución de no volver a comer hasta que desaparezca de la faz de la tierra realmente. Estoy empezando a desconfiar de él y de sus discursos. Una paradoja, en cualquier caso, ya que por si no te has dado cuenta, su discurso soy yo. En fin. El papelito de la peor parte del desorden de personalidad lo estoy llevando con toda la dignidad que se pueda. Pero la gran parte del tiempo me siento apartado y quién sabe si no un tanto celoso.
Debe ser por su chica. Por todo el tiempo que pasa acariciando sus piernas en lugar de autoflagelarse conmigo. Por todo lo que sé que no tengo para ofrecerle y que él ya no quiere buscar. La última vez que estuvimos solos, mientras su chica estaba en el trabajo, le pedí que fuera sincero conmigo. Le dije:
—Oye, tú, ¿qué demonios vas a hacer ahora?
Y él me contestó:
—No lo sé. Aunque le diga a todo el mundo que sí, la verdad no lo sé.
Entonces me pareció que su respuesta no me dejaba para nada satisfecho.
Luego me di cuenta de que sabiendo yo tanto de él como él sabe de mí, tengo el mismo vacío en mi cabeza respecto al futuro.
Todas las veces que pensó en tomar la decisión y dejarlo todo supo que existía cierta posibilidad de arrepentirse por ser responsable de su propia incertidumbre. El hecho de que intente vivir convenciéndose a sí mismo de que todo está bien es el primer síntoma de que nada lo está. Pero yo lo dejo, porque al final es su vida y si él no tiene ese vacío oculto es probable que no vuelva a sacarme de mi encierro otra vez. En lo que a mí respecta estoy considerando seriamente comenzar a escribir por mí mismo sin tener que esperar a que su amor por su chica ni sus ahoras múltiples actividades de esposo desempleado le dejen tiempo para vomitar aquí, usándome a mí, toda la rabia que cuando me convenció de dejarlo todo, me dijo que vomitaría sin cortapisas.
He escuchado cosas. Que comienza a trabajar el lunes escribiendo para una revista y para un periódico diario. Que quiere comenzar por debajo mientras espera que aparezca su nueva gran oportunidad. Y aunque yo le diga que deje de pensar en pajaritos preñados no conozco un tipo más terco que él en cuanto a esperar el momento justo para volver a buscar cómo hacer que el mundo estalle en pedazos.
Uno comienza a estar muy claro de los defectos de otro a medida que va entendiendo que cambiar los sujetos de una oración no garantiza que los demás no se den cuenta de que estás hablando de ti mismo.
De que hace rato que te quedaste solo.
Escucho muchas cosas todo el tiempo y me parece que tengo material suficiente para escribir mi propio diario si tuviera manos. Pero lo único que me queda son las manos de él, las mismas que pone sobre su chica cuando en mi opinión debería estar escribiendo algo que haga que el mundo se reviente como sé que ambos queremos que suceda.
Hijo de puta.
Me molesta que esté tan sonriente, tan feliz, tan enamorado, tan tranquilo.
Las grandes revoluciones no nacen de mentes equilibradas. Esa frase es suya, no mía.
No puedes hacer que deje de llover ni puedes tapar el sol colgando tu ropa interior en el tendedero de la cocina.
Le digo:
—Anda, cuéntanos como fue trabajar con modelos casi desnudas durante 4 años. Cuéntanos los detalles. Dinos cuántas tenían las tetas falsas. Queremos saber lo asqueroso, lo ruin. Queremos saber la verdad.
Se lo digo cada vez que se sienta en la computadora para bajar música o revisar su correo.
Y justo cuando espero que por fin se decida a contestarme.
Shut down
Eso es todo.
Como ahora.
Espero que mañana se decida.
O pasado.
O dentro de una semana.
Porque estoy harto de que cada vez que quiera darle rienda suelta a su lado oscuro él sólo quiera apagar la puta luz.

Tuesday, November 07, 2006

Cero


Soy Kyo Teriyaki y soy un imbécil.
Traté de quitarme la vida esta mañana. Digo que intenté porque sigo aquí. Tengo los pulmones negros y los millones de recuerdos a los que odio tatuados bajo la piel. Tengo eso. Nada más.
Nunca llegué a pensar que sería fácil. Ya sabes. Todo esto. Arrancar de cero. Pero nunca es fácil lo que se tiene que hacer y aún así igual tiene que hacerse. Me pregunto si Dios tiene cabida en esto. Pero desde hace bastante rato he dejado de creer en barbudos invisibles.
Me he estado masturbando desde las 9:00 am. Una vez leí que durante el aislamiento, antes de caer en la locura absoluta, el aburrimiento te obliga a buscar la autosatisfacción antes que cualquier otra cosa. Supongo que mi búsqueda de autosatisfacción es perfectamente válida. Pero el juzgarlo es algo que se lo dejo a los que viven para juzgar antes de mirarse la viga en sus propios ojos de mierda.
Lo de los ciclos, lo de comenzar de cero, uno siempre lo comenta, lo anuncia, pero nunca lo hace. He conocido a un millón de personas que darían lo que fuera por tener su primera vez por primera vez. Creo que lo que hice durante toda la mañana es eso mismo. Tener mi primera vez con lo que primero me dio placer en este puto mundo.
Fue con Tania. La película fue Rocky Porno Video Show y la imagen de Miss Tantala dejando caer el semen de Tom Byron por la comisura de sus labios está todavía fresca en mi cabeza, como una bolsa de patatas de recién traída del campo.
Fue eso y nada más.
Me voy a quedar encerrado en estas cuatro paredes para siempre. Lejos de las corporaciones, las reuniones de negocios, los carritos por puesto, las colas, los perros, la silicona y el rock. Me voy a quedar encerrado en estos bytes siendo la cara valiente de un tipo cobarde.
Yo, lo de los alter egos me los tomo muy en serio.
Por eso prefiero que mi cuerpo sean las letras blanquecinas de un personaje soñando con orgasmos que el tipo mediocre que se rompe la cabeza para darle forma al futuro.
Ya tú sabes lo que quiero decir.
Soy las malditas palabras de un tipo normal que se jodió la vida a sí mismo.
Y esta es mi historia.